América Latina y el Caribe constituyen una región con desarrollos históricos y estructurales en común. No sólo destaca su pasado colonial, sino el proceso constructor de la nación —y la nacionalidad que se torna mayoritaria— bajo la imposición de grupos oligárquicos criollo-mestizos occidentalizados que niegan las realidades multiétnicas y plurilingüísticas de esos procesos nacionalistas.
Los países que conforman Nuestra América comparten movimientos de independencia y construcción del Estado que establecen nuevas formas de dominación política y económica; también, bajo la presencia injerencista de Estados Unidos, observamos una condición subalterna con problemáticas y procesos similares en la globalización neoliberal imperante que es, a la vez, un espacio de pensamiento compartido que nutre su identidad y el perfil de su futuro.